Rolo, el Hechicero de los Colores
Dedicatoria por Edilberto González Trejos
Una semilla en el fondo del océano, que era selva, que eran flores bajo un cielo de estrellas y luz de luna.
Esa semilla devino flor, esa flor fue acunada por las lluvias y el Sol que amaneció en el Día Cósmico siguiente.
De un Pralaya Tropical, amaneció en una Interínsula, un genio: No es un duende, No es un Deva, no es un Ángel, ni un Fauno –Es Rolo-.
Rolo sabía que era Artista, su corazón siempre se lo dijo y su corazón era color y luz –y siempre lo ha sido-. Y floreció en el corazón de las flores y en su niñez lo aprehendía naturalmente, su Madre, Espíritu Floral Mayor acunó su sensibilidad, su color, su amor.
Y el trópico acariciaba a Rolo con Sol y Agua, con Mar y Tierra –pero el cemento-, sí el cemento era estrés, era deber y obligación, una sombra de óxido en el Jardín de Rolo.
Esa semilla devino flor, esa flor fue acunada por las lluvias y el Sol que amaneció en el Día Cósmico siguiente.
De un Pralaya Tropical, amaneció en una Interínsula, un genio: No es un duende, No es un Deva, no es un Ángel, ni un Fauno –Es Rolo-.
Rolo sabía que era Artista, su corazón siempre se lo dijo y su corazón era color y luz –y siempre lo ha sido-. Y floreció en el corazón de las flores y en su niñez lo aprehendía naturalmente, su Madre, Espíritu Floral Mayor acunó su sensibilidad, su color, su amor.
Y el trópico acariciaba a Rolo con Sol y Agua, con Mar y Tierra –pero el cemento-, sí el cemento era estrés, era deber y obligación, una sombra de óxido en el Jardín de Rolo.
La curva, la generosidad y el trópico se miraban y temblaban ante lo cuadrado, lo mezquino y el cemento, voraces vecinos que acababan con el Paraíso.
Y a nuestro artista que había conocido el Templo de la Naturaleza, el refugio de los artistas desde niño, GANEXA, se le sumió en el cemento, en la mala educación, y pasó por la tormenta de todo artista, el conflicto para llegar a la armonía, la tormenta para ver el sol, la noche del alma, para conocer el amanecer interno.
LA SALLE lo castigó, lo lastimó pero no mató el espíritu, tratando de cuadrar el círculo consiguió su título aceptable para el cemento, incluso ejerció cargos de prestigio, a la ONU fue a dar, mas no sospechaba que el giro vital iba a tornar.
Toda gran alma, todo gran espíritu pasa su iniciación en el desierto, así un lejano desierto egipcio fue la iniciación, el punto de quiebre, el giro definitivo del licenciado cementoso que vio renacer esa semilla oceánica, vio florecer la rosa de su corazón, el amanecer del alma.
Recordó su bosque, sus flores, su luz, y de lo más profundo del pozo, de lo más oscuro de la caverna, resucitó.
Moría una era y nacía otra, junto con el milenio, regresaba el iniciado genio, nuestro artista –Rolo- al Templo que conoció en su niñez, y fue recordando el oficio, el ritual, el amor a los colores, la belleza, la naturaleza, y se ordenó Hechicero Mayor, y cruzó el mar, en Templos Lejanos, en Bosques Encantados, en el Mediterráneo. De la Universidad Nacional de Panamá pasa a Cataluña y aprehende lo efímero de la arquitectura, lo absurdo del cemento.
Porque, esto también pasará…
Y a nuestro artista que había conocido el Templo de la Naturaleza, el refugio de los artistas desde niño, GANEXA, se le sumió en el cemento, en la mala educación, y pasó por la tormenta de todo artista, el conflicto para llegar a la armonía, la tormenta para ver el sol, la noche del alma, para conocer el amanecer interno.
LA SALLE lo castigó, lo lastimó pero no mató el espíritu, tratando de cuadrar el círculo consiguió su título aceptable para el cemento, incluso ejerció cargos de prestigio, a la ONU fue a dar, mas no sospechaba que el giro vital iba a tornar.
Toda gran alma, todo gran espíritu pasa su iniciación en el desierto, así un lejano desierto egipcio fue la iniciación, el punto de quiebre, el giro definitivo del licenciado cementoso que vio renacer esa semilla oceánica, vio florecer la rosa de su corazón, el amanecer del alma.
Recordó su bosque, sus flores, su luz, y de lo más profundo del pozo, de lo más oscuro de la caverna, resucitó.
Moría una era y nacía otra, junto con el milenio, regresaba el iniciado genio, nuestro artista –Rolo- al Templo que conoció en su niñez, y fue recordando el oficio, el ritual, el amor a los colores, la belleza, la naturaleza, y se ordenó Hechicero Mayor, y cruzó el mar, en Templos Lejanos, en Bosques Encantados, en el Mediterráneo. De la Universidad Nacional de Panamá pasa a Cataluña y aprehende lo efímero de la arquitectura, lo absurdo del cemento.
Porque, esto también pasará…
Esa así que al inicio de esta Era Nueva, Rolo Hechicero Mayor regresa al cemento, a aquel que conoció de niño como un Bosque Hermoso, y junto con espíritus puros ha luchado, sí, la lucha del color, la alegría, la redondez, la generosidad, la luz, el espacio vital de trópico, en contra de lo mezquino, cuadrado, opaco y amarrado del cemento inhumano.
Y así, la Madre que acunó a Rolo, la Madre Floral Mayor, se expresa en todas sus obras, dando vida a lo que estaba muerto, fertilizando lo estéril, alegrando la existencia con la música de su Alma.
Este es el Rolo mágico, hechicero mayor, que transmuta el gris de cada Ciudad con su color, se manifiesta políticamente a favor del medio ambiente, materializa hermosas hadas en la pasarelas y transforma los espacios, con lo aparentemente efímero que se va sembrando en los corazones de otras flores que vagan perdidas en el cemento.
Y así, la Madre que acunó a Rolo, la Madre Floral Mayor, se expresa en todas sus obras, dando vida a lo que estaba muerto, fertilizando lo estéril, alegrando la existencia con la música de su Alma.
Este es el Rolo mágico, hechicero mayor, que transmuta el gris de cada Ciudad con su color, se manifiesta políticamente a favor del medio ambiente, materializa hermosas hadas en la pasarelas y transforma los espacios, con lo aparentemente efímero que se va sembrando en los corazones de otras flores que vagan perdidas en el cemento.